Sin duda personaje único del fútbol. Rústico como ninguno, pero goleador. Si alguién lo hubiese visto de chico jugar sus palabras conformarían terrible frase como: "este pibe está bien para el basquet o el waterpolo, pero no para el fútbol". Gran error hubiese sido no tener en las canchas del fútbol a la torre del barrio de la Boca.
Tiene ese don de hacer cosas imposibles, digo, físicamente imposibles, como meter un penal con las dos piernas, o como su último desafío a las leyes de gravedad: meter un cabezaso de sabe dios que distancia y encima con comba. También hace cosas moralmente imposibles de soportar por cualquier alma humana, como por ejemplo después de errar dos penales ir y patear un tercero para también errarlo.
Yo soy de los que dicen que dentro de Martín Palermo hay un jugador agil, flexible y gambeteador, pero camuflado por su gran humildad. Pero hay dias que no puede evitarlo, y debes en cuando, un poco de esa magia se le escapa de su pies y mete uno de esos goles que uno termina preguntandose: "le salió de pedo o tuvo la intención de hacerlo".
Insisto, tiene la intención, pero también tiene más orto que cabeza.
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